«Siempre nos es mejor tomar un consejo con humildad que darlo sin ella» (Carta 11)

San Ignacio de Loyola (1887) Copia de Francisco Jover y Casanova

San Ignacio de Loyola (1887) Copia de Francisco Jover y Casanova

Tomar consejo requiere humildad, implica saberse capaz de errar. Incluso el discernimiento, clave de la espiritualidad de san Ignacio, frecuentemente incluye el tomar consejo. Nadie es buen juez en propia casa y fácilmente confundimos nuestra propia visión con la visión de Dios. Por eso encontrar un prójimo que pueda ayudarnos a discernir es un regalo de la gracia. Por otro lado, dar consejo sin humildad denota arrogancia, impaciencia ante el prójimo, por lo que, al final, el fruto se frustra, dejando infecundo el consejo. Ser buen consejero requiere experiencia en dejarse aconsejar. Ser buen guía presupone la actitud de dejarse guiar, especialmente por el Espíritu Santo. Como santa Teresita que, como formadora de novicias, quería tener siempre una mano tendida hacia Dios para recibir de Él y otra hacia la novicia para darle lo de Dios, no lo suyo propio.


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