Los Ejercicios Espirituales ignacianos son el marco fundamental en nuestra formación.
La experiencia de Dios en los Ejercicios
Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son fruto de las diversas gracias y de la pedagogía espiritual experimentada por el santo de Loyola. Son una escuela de oración y de discernimiento. Su contenido, elaborado a lo largo de 20 años, quedó marcado, en primer lugar, por las experiencias internas recibidas de Dios, en segundo lugar, por determinadas lecturas que hizo a lo largo de sus extensos años de formación y, en tercer lugar, por el humus cultural y religioso de su época.
Benedicto XVI decía que son «una fuerte experiencia de Dios, suscitada por la escucha de su Palabra, comprendida y acogida en la propia vida personal, bajo la acción del Espíritu Santo, que, en un clima de silencio, de oración, y con la mediación de un guía espiritual, ofrece capacidad de discernimiento para purificar el corazón, convertir la vida, seguir a Cristo y cumplir la propia misión en la Iglesia y en el mundo» (Audiencia con la Federación Italiana de Ejercicios Espirituales, 2008).
El lugar de los Ejercicios en los Siervos de Jesús
Los Siervos de Jesús tenemos en los Ejercicios Espirituales ignacianos el centro de nuestra espiritualidad. Se puede decir que de ahí se nutre nuestra misión: «ayudar a los hombres a entregarse a su propia misión y participar así de la misión de Jesucristo» (Constituciones, art. 9 §1), los apostolados, el trabajo con jóvenes y familias y, en definitiva, todo nuestro servicio.
Son también el marco fundamental en nuestra formación que, bajo la paternidad espiritual de San Ignacio de Loyola, configura nuestro seguimiento del Señor según los Ejercicios Espirituales.
A lo largo de nuestros 50 años de vida, hemos procurado ofrecer los Ejercicios como base de nuestro trabajo apostólico. Tanto en México y Honduras como en España e Italia, sacerdotes Siervos de Jesús imparten tandas a laicos, sacerdotes y religiosos. También se ofrecen durante todo el año otras modalidades (personalizados, en la vida ordinaria, etc.), tratando de ajustarnos a los tiempos y necesidades personales y laborales de las personas que los solicitan y siguiendo fielmente la recomendación de San Ignacio de dar a los ejercitantes la materia suficiente para que, trabajando por su cuenta, logren «sentir y gustar las cosas internamente» (EE 2).
Renovación interior
«Quien vive los Ejercicios Espirituales de modo auténtico experimenta la atracción, el encanto de Dios, y vuelve renovado, transfigurado a la vida ordinaria, al ministerio, a las relaciones cotidianas, trayendo consigo el perfume de Dios. Los hombres y mujeres necesitan experimentar a Dios y no conocerlo solo de oídas» nos explica el Papa Francisco (Audiencia con la Federación Italiana de Ejercicios Espirituales, 2014).
Esta renovación interior la hemos comprobado quienes hemos hecho los Ejercicios. Testimonios como los de Roberto, «acudí a ellos como agnóstico y me encontré con un Dios que me ama y me da paz y esperanza» o de Elena, «aprendí que lo que más me acerca a Dios es lo que verdaderamente puede hacerme feliz», nos dan ánimos para que nuestras comunidades sigan ofreciendo los Ejercicios de San Ignacio poniendo a disposición este «modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mental, y de otras espirituales operaciones… Porque, así como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, por la misma manera, todo modo de preparar y disponer el ánima para quitar de sí todas las afecciones desordenadas y, después de quitadas, para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman ejercicios espirituales» (EE 1).
