En el 2021 se cumplen 50 años de la fundación de los Siervos de Jesús. Al contemplar nuestra joven y providencial historia, no podemos sino agradecer con sencillez la abundante misericordia con la que el Señor nos ha bendecido. Nuestra alegría se ve aumentada por la concesión que la Iglesia –a través de la Penitenciaria Apostólica– nos ha hecho de un Año Jubilar con ocasión de esta celebración.

Sacerdote Siervo de Jesús celebrando misa en la parroquia de La Elipa en Madrid

Misa de inicio del Año Jubilar en Madrid.

 

Nuestros inicios

El 25 de enero de 1971, Festividad de la Conversión de San Pablo, nuestro fundador, P. José Manuel Pereda Crespo, inició lo que, tras un largo camino de conversión, discernimiento y decisiones comunitarias, es hoy el instituto religioso Siervos de Jesús, que desde 2016 tiene su sede principal en la Arquidiócesis de Puebla de los Ángeles, México, gracias a su arzobispo, D. Víctor Sánchez Espinoza.

La divina providencia nos ha conducido por senderos insospechados, abriendo nuestros corazones a un vasto e inesperado horizonte. Reconocemos que improvisaciones, imperfecciones y pecados han afectado nuestra historia y por ello hemos tenido que ser corregidos por nuestra Santa Madre Iglesia, que nos ha guiado y acogido bajo su maternal regazo. Además, para afianzar nuestros pasos, alentar nuestro ánimo y enderezar nuestro rumbo, ha puesto a nuestro lado a personas encomiables por su amor a Cristo y a su Iglesia. Como escribía nuestro Superior General, P. Francisco Javier Almanza Terrazas: «Nuestra historia no es rectilínea, sino un sinuoso camino de curvas, con retrocesos; también con breves trazos lineales; es más, se han dado en algunos casos ausencia de “signos vitales” con peligro de desaparición» (Ama y Sirve, Nº 67, septiembre 2019, pág.3).

Parroquia de los SSAA Felipe y Santiago el Menor

Parroquia de los SSAA Felipe y Santiago el Menor.

 

Estos hechos nos permiten, llenos de esperanza, hacer la siguiente reflexión. Dios no actúa sólo a partir de nuestra parte noble y bien dispuesta, sino que muchos de sus designios se realizan a través, e incluso a pesar, de nuestra fragilidad, porque el poder de Dios «se manifiesta plenamente en la debilidad» (cf. 2Co 12, 7-9). Que Dios nos conceda aprender a aceptar humildemente nuestros límites y debilidades con la ternura del amor de Cristo (cf. Evangelii gaudium 88 y 288). ¡Cuántas veces hemos querido tener todo bajo control! Pero su mirada divina es mucho más amplia y profunda. Nos ha enseñado, a través de las tormentas de la historia y en medio de debilidades y fracasos, que «no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca» (Patris corde 2).

 

Don inmerecido: un Año Jubilar

Signo de esperanza y don inmerecido es que la Madre Iglesia ha concedido a los Siervos de Jesús la celebración de un Año Jubilar que durará del 25 de enero de 2021 al 25 de enero de 2022. La dramática situación originada por la pandemia COVID-19 nos invita a vivir este regalo eclesial de modo particular, compartiendo «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y los que sufren» (Gaudium et Spes 1).

Con profunda alegría les invitamos a participar en este Año Jubilar, con la posibilidad de obtener las indulgencias y las gracias propias de tan singular celebración.

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