«La suave disposición de la divina Providencia pide cooperación de sus criaturas» (Proemio Constituciones)

San Ignacio de Loyola (1887) Copia de Francisco Jover y Casanova
Cooperar significa operar juntos, actuar juntos. Que Dios pueda hacer al hombre capaz de cooperar con él muestra su modo divino de ser y actuar. La gracia de Dios, que lleva la iniciativa, y su suave disposición, son tan eficaces y fecundas, que nos hacen capaces de cooperar en la obra divina, en el plan de salvación.
Dios abre un espacio para nuestra cooperación, que es fundamentalmente un sí personal a su disposición, a su voluntad. Un sí que no controla, sino que deja hacer a Dios y que se pone activamente al servicio de esa voluntad. Además, un sí que no anticipa nada, que sabe esperar en la indiferencia, y que a la vez pone todo de su parte para percibir esa voluntad y llevarla a cabo. Dios en su Providencia va tejiendo con los hilos de nuestra cooperación a su gracia, que siempre tiene la primacía, la redención de los hombres y toda nuestra tarea de evangelización.