«La suave disposición de la divina Providencia pide cooperación de sus criaturas» (Proemio Constituciones)
Cooperar significa operar juntos, actuar juntos. Que Dios pueda hacer al hombre capaz de cooperar con él muestra su modo divino de ser y actuar. La gracia de Dios, que lleva la iniciativa, y su suave disposición, son tan eficaces y fecundas, que nos hacen capaces de cooperar en la obra divina, en el plan de salvación.
Dios abre un espacio para nuestra cooperación, que es fundamentalmente un sí personal a su disposición, a su voluntad. Un sí que no controla, sino que deja hacer a Dios y que se pone activamente al servicio de esa voluntad. Además, un sí que no anticipa nada, que sabe esperar en la indiferencia, y que a la vez pone todo de su parte para percibir esa voluntad y llevarla a cabo. Dios en su Providencia va tejiendo con los hilos de nuestra cooperación a su gracia, que siempre tiene la primacía, la redención de los hombres y toda nuestra tarea de evangelización.