«Nunca difiramos buenas obras, por pequeñas que sean, con pensamiento de hacer otras mayores en otro tiempo» (Carta 12.676).
Las buenas obras las prepara Dios. «Creados en Cristo Jesús para cumplir las obras que Dios ha dispuesto de antemano para que nos ocupáramos en ellas» (Ef 2,10). No dice las “grandes obras” o las “obras importantes”, sino las obras, sin importar su grandeza o relevancia. A veces descuidamos lo sencillo: la limpieza, el orden, el saludo, la delicadeza en los detalles hacia los demás, etc., y ocupamos el pensamiento con nuestros propios proyectos que frecuentemente solo son quimeras, planes humanos que no responden a las obras que Dios «ha dispuesto de antemano». Diferir una buena obra pensando en hacer otra después (aunque aparentemente fuera más importante) es descuidar las obras que Dios nos ha preparado para que las cumplamos. Parafraseando la sabiduría popular: no dejes para mañana lo que el Señor quiere y te concede hacer hoy.