Exilio y ternura, de Éloi Leclerc, nos muestra la fuerza del Evangelo en un capítulo singular de la vida de San Francisco de Asís que, partiendo hacia Oriente para encontrarse con quienes no pensaban como él, mantuvo varias entrevistas con el sultán Melik el-Kamil hasta tender una mano al enemigo de los cruzados.
«En un mundo violento, erizado de muros y excavado con fosos, el universo de Francisco de Asís carecía de torreones y murallas. Pobre de bienes y de poder, estaba en paz con todos, vivía como hermano de los seres, y a todos ellos dirigía una mirada llena de respeto… Su horizonte no era la cristiandad de su tiempo, con sus fronteras que defender, sino Jesucristo, a quien amar, y el ser humano a quien salvar».