Lugares y Obras

Familia y educación son el punto de partida para contribuir al respeto de cada persona.

 

«La Iglesia está llamada a acompañar la misión educativa de los padres, sobre todo con la luz de la Palabra de Dios, que funda la familia sobre el amor». Estas palabras del Papa Francisco inspiran la labor de los Siervos de Jesús en el campo de la educación.

Así como en Puebla (México) somos responsables del Instituto Miguel de Cervantes, nuestra propuesta de educación integral en Olanchito, distrito de Yoro, en  el centro norte de Honduras, es el Centro Educativo Inmaculada Concepción (CEIC).

 

Los comienzos: una obra jesuita

El CEIC fue fundado en el año 1999 por el jesuita Roberto Grimaldi y un grupo de personas interesadas en que en Olanchito hubiera una educación de calidad, con principios de fe y al alcance de todas las esferas socioeconómicas.

En el 2004 pasó a pertenecer a la parroquia San Jorge bajo la responsabilidad de los Siervos de Jesús, y en el 2008 se trasladó al edificio en el que se encuentra hoy en día.

El CEIC ofrece todos los niveles, y en la actualidad cuenta con más de 300 alumnos entre preescolar, primaria y secundaria. El equipo del centro se compone de 24 profesores más 5 personas que se encargan de labores administrativas y de mantenimiento. El P. Carlos Ortiz, S. de J., quien hasta hace unos días era el director del CEIC.

 

La urgencia de educación en Olanchito

Si la educación en Honduras es deficitaria, el problema se agrava en Olanchito por la enorme cantidad de niños y jóvenes que abandonan los estudios y optan por el trabajo infantil, por la migración ilegal y, una menor parte, por la adhesión a grupos criminales. Además, la dificultad para acceder físicamente a los centros educativos, los métodos de enseñanza obsoletos y la escasez de medios y recursos desaniman a los alumnos en edad escolar.

Invertir y mejorar la educación es el camino para hacer frente a esta situación. Es importante que disminuya la inseguridad y los estudiantes tengan las condiciones adecuadas para participar en el sistema educativo, para desarrollarse humana, espiritual y profesionalmente.

Por ello, la propuesta educativa del Centro Inmaculada Concepción, en palabras de su director, P. Carlos Ortiz, «es una educación integral. No sólo en cuanto a las ciencias sino en cuanto a una visión más amplia del hombre: la educación en la fe, la formación afectiva, la sensibilidad hacia la cultura propia y hacia otras culturas, el respeto por el otro, la dimensión artística de la belleza, etc. Se intenta alcanzar esta integralidad de la educación, buscando el desarrollo de las dimensiones humana y cristiana de la persona».

 

Espiritualidad ignaciana en nuestra educación

Nuestra participación en el campo educativo viene también marcada por nuestra propia espiritualidad: «la riqueza de la espiritualidad ignaciana llevada a lo concreto, como nos enseña San Ignacio, en la alabanza, la reverencia y el servicio, siempre es guía en la toma de decisiones y en la implementación de estrategias educativas, en la capacitación de maestros o en la escuela de padres» subraya el P. Ortiz.

Desde sus primeros pasos el Centro Inmaculada Concepción ha adquirido reconocimiento social,  prestigio en la educación en la fe y nivel académico. Entre los últimos logros se consiguió un segundo lugar a nivel nacional en Matemáticas, y cerca de veinte alumnos han conseguido certificación internacional en inglés, en niveles elevados, del examen TOEFL.

Una comunidad educativa sana

Otras actividades, como las visitas al asilo de ancianos, el Mes Misionero, la participación en el Día Nacional del Idioma Español o en el Día Nacional del Medio Ambiente permite que la comunidad escolar viva un sentido de pertenencia y vinculación al Centro y preocupación sana por el entorno en el que vive.

Lugares y Obras

La Iglesia está llamada a acompañar la misión educativa de los padres.

«Familia y educación son el punto de partida para combatir la pobreza y contribuir así al respeto de cada persona, al respeto de las  minorías, al respeto de la familia y la vida misma. Son el terreno en que ahondan las raíces de los valores éticos básicos y donde crece la vida religiosa». Estas palabras de Benedicto XVI nos animan en la importante tarea de formar niños y jóvenes, para lo que precisamos de la oración y el apoyo económico de todos ustedes

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