El P. Francisco Javier Almanza Terrazas fue Superior General de los Siervos de Jesús*. Nació en la ciudad de Durango, en Méjico, hace 70 años. Fue ordenado sacerdote el 12 de diciembre de 1984.
¿Qué supone para los Siervos de Jesús tener nuevas Constituciones?
Las constituciones son el modo propio de vivir el Evangelio en toda Congregación. Para nosotros implican una cierta conversión institucional a la acción de la gracia para abandonar planteamientos equivocados, afecciones institucionales desordenadas, no evangélicas. Además, plasman la gracia de acoger la intuición de nuestro fundador, el P. José Manuel Pereda, de ponernos totalmente bajo la inspiración de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.
Finalmente son testimonio de la aceptación por parte de “nuestra santa madre la Iglesia jerárquica” de que podemos vivir la espiritualidad ignaciana.
Con ellas empieza la vida de los Siervos de Jesús como Instituto religioso, ¿qué implica esto?, ¿en qué les afecta?
Implica, como respuesta a una llamada divina, vivir bajo una regla todos y cada uno de los momentos de la vida. No ser ya más autónomo, autosuficiente, dueño y señor de la propia libertad. Al contrario, querer vivir sujeto a Dios nuestro Señor, a través de las mediaciones humanas, de las disposiciones de la obediencia. Esto se concreta en el modo mariano de entrega: “He aquí la esclava del Señor” (Lc 1,38). La devoción mariana viva, que siempre hemos tenido, se convierte ahora en estilo propio de nuestra vida consagrada.
¿Pero no vivían ya de alguna manera como religiosos, aunque todavía no tuvieran ese estatuto jurídico?
Esta pregunta exige una respuesta sincera, transparente. El camino iniciado hace 48 años ha sido “religioso” de “alguna manera”, pero este “de alguna manera” no basta. Desde hace 20 años, aproximadamente, comenzó a crecer la gracia de un deseo de más fidelidad, de más sinceridad, de más claridad de vida, de más compromiso con la misericordia, de más atención a la palabra divina. Nuestra historia no es rectilínea, sino un sinuoso camino de curvas, retrocesos; también con breves trazos lineales; es más, se ha dado en algunos casos ausencia de “signos vitales” con peligro de desaparición.
Dios ha sido inmensamente misericordioso y nos ha puesto personas llenas de claridad que nos han encaminado una y otra vez a la senda evangélica. Esperamos en Dios que este paso plenamente dado nos permita aprender de nuestra dolorosa experiencia a no confiar en nosotros, sino sólo en Dios y su Iglesia.
Y Roma, ¿ha intervenido en este proceso?
¡Vaya que lo ha hecho!, desde el inicio de nuestro discernimiento. Por gracia de Dios hemos mantenido desde hace muchos años una comunicación fluida con la Congregación para la Vida Consagrada, que actúa en nombre del Santo Padre. Nos ha precisado los pasos a dar, así como la necesidad de consultas para profundizar nuestra opción. Además, como el camino ha sido laborioso y poco común, su prudente sabiduría ha sido esencial. Podemos decir que la maternidad de la Iglesia se ha manifestado con su paciencia, atención, disponibilidad y claridad.
Según las nuevas Constituciones, ¿cómo se describe la misión de los Siervos de Jesús?
Jesús, por amor al Padre, entrega su vida por nosotros y nos mueve a amarnos los unos a los otros. Incluso a dar la vida por los amigos (Jn 15,13). La misión de los Siervos de Jesús es ayudar a los hombres a entregarse a su propia misión y participar así en la misión de Cristo. Todo esto, que se recoge en las Constituciones, lo hemos recibido de nuestro fundador.
¿Y ahora qué?
Acoger con agradecimiento el don recibido y con humildad seguir adelante en espíritu de obediencia. Contamos con las oraciones de todos ustedes. Dios se lo pague.
*Puede leer aquí la entrevista al actual Superior General de los Siervos de Jesús, el P. Carlos Balderas.