«Gracia para que todas mis intenciones, acciones y operaciones se ordenen puramente al servicio y alabanza de vuestra divina majestad» (EE 46).
En la oración preparatoria a cada meditación de los Ejercicios Espirituales, San Ignacio nos enseña a pedir que todo nuestro ser interior y exterior (intenciones, acciones y operaciones) desemboque en servicio y alabanza de Dios nuestro Señor. Intenciones se refiere a los fines que buscamos con nuestras acciones. Las acciones son las intenciones puestas por obra. Las operaciones son los caminos interiores de nuestra libertad que desembocan en decisiones o en acciones. Lo que se implora no es otra cosa sino lo que Jesús nos pide con el primer mandamiento: “amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mc 12,30). Corazón, mente, fuerzas pueden bien englobar, sin coincidir exactamente, las intenciones (corazón), las acciones (fuerzas) y las operaciones (mente): poner a disposición del Señor todo lo que somos y hacemos.