Es a través de su presencia
que Tú estás a mi lado.
Mirando en sus ojos, descubrí el sentido profundo
que se oculta en tu profundo mirar.
Dejándome cautivar por su contagiante sonrisa
aprendí también a sonreír.
Oyendo sus confidencias sinceras,
aprendí a escuchar tu voz.
Recibiendo tantas pruebas de cariño,
aprendí a amar a los que conviven conmigo.
Compartiendo la vida, la fe, los errores,
las lágrimas y las alegrías,
yo te admiré en el rostro sereno de mi amigo.
Gracias te doy, mi Dios, porque te revelas
en gestos tan humanos
que puedo experimentarte siempre
en la persona de este amigo que me ama.
Haz que él sea muy feliz y yo te encuentre siempre
en la transparencia de nuestra amistad. Amén.
Santa Teresa de Calcuta