«De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo» (Jr 2,2).

Dios en muchas ocasiones se refiere a su pueblo como el novio o la novia. «De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada» (Jr 2,2). Y ciertamente el noviazgo es un seguirle como novios, es un tiempo de iniciación abierto siempre a los dones espirituales, que por medio de la Iglesia serán recibidos en esta etapa. «La alianza del amor del hombre y la mujer se aprende y se afina. Me permito decir que se trata de una alianza artesanal. Hacer de dos vidas una vida sola, es incluso casi un milagro, un milagro de la libertad y del corazón, confiado a la fe», señalaba el Papa Francisco en una catequesis sobre la familia.

La secularización del ambiente y cierta debilidad en la propia vida de fe de los mismos creyentes provocan una falta de preparación para entender y asumir el compromiso matrimonial. Captar esto durante el noviazgo es comprender que el matrimonio no es sólo una celebración, sino un camino exigente a la santidad. El noviazgo es un recorrido de fe, de discernimiento, en el que aspectos del matrimonio tan importantes como la madurez en el amor o la convivencia han de ser bien preparados. Una etapa de reflexión personal para la construcción de un matrimonio y una familia, donde se educa el amor en la entrega y la acogida, la gratitud y la gratuidad, el deseo y la voluntad.

El Papa Francisco constata: «El Espíritu Santo suscita siempre respuestas nuevas a las nuevas exigencias. La fantasía —me permito la palabra—, la fantasía del Espíritu Santo es infinita, pero es también muy concreta. Y así se han multiplicado en la Iglesia los caminos para novios, los cursos de preparación al matrimonio, los grupos de jóvenes parejas en las parroquias, los movimientos familiares… Son una riqueza inmensa».

«Hacer de dos vidas una vida sola, es […] un milagro» Papa Francisco.

Conscientes de la importancia de contar con unas bases sólidas para formar un matrimonio cristiano, feliz y estable, los Siervos de Jesús imparten desde hace 20 años un curso de formación cristiana para novios en Madrid. A través de estas reuniones mensuales, acompañan a los novios en su itinerario personal, para aprender a discernir el amor de Dios dentro de la entrega mutua en el matrimonio y en la familia. Sin sustituir el curso prematrimonial en el que la Iglesia prepara para recibir el sacramento, profundiza en diversos temas de formación entre los que cabe resaltar la oración en el noviazgo y el matrimonio, la castidad y el pudor, los fundamentos bíblicos, el sacramento, aspectos jurídicos civiles y canónicos, la conciliación familiar y laboral, el significado de la sexualidad, el perdón o la afectividad.

Este curso no sería posible sin la presencia de ponentes, matrimonios adultos y sacerdotes, procedentes de ámbitos diversos: expertos en derecho canónico, psicólogos y educadores, entre otros, que, apoyados en la luz de la Sagrada Escritura y en la riqueza de la doctrina de la Iglesia, ofrecen una visión cristiana integral para afrontar esta necesaria y delicada fase de preparación al matrimonio.

Compartimos el testimonio de algunos participantes del curso:

Nos dice Alejandro: «El curso me ayudó sobre todo a ver que las parejas de casados que nos dan las charlas también han tenido las mismas dudas que uno y el observarlos unidos, con los problemas que más o menos algunos comentan, es muy edificante. Da esperanza».

El noviazgo es una etapa de recorrido de fe, de discernimiento, de reflexión personal.

María expresa que «son una buena ocasión para reflexionar sobre aspectos importantes del noviazgo y del matrimonio. Un momento para compartir en pareja y que facilita el diálogo entre nosotros. Sin duda, lo que más valoro es el testimonio de matrimonios que «van por delante», que ya han vivido lo que yo o nosotros como pareja estamos viviendo o vamos a vivir. El testimonio humilde del que no se cree «el mejor matrimonio», sino que hace lo que puede y da consejos humildes desde su propia experiencia. El hecho de que sea una vez al mes permite que sea un camino largo pero estable, un «goteo» que va alimentando la relación. Lo recomendaría porque tanto los temas como los ponentes están muy bien elegidos y son muy cercanos».

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