Señor, ayúdame a encontrarte. Dame este sentido delicado que, haciéndome amar santamente las cosas, me permita comprenderlas y aceptar sus dulces y fuertes lecciones. Enséñame a mirarlas sin desdén, cuidadoso de descubrir su significación divina y el misterio de amor de que las has cargado.
Tal vez porque nunca he hecho oración sobre ellas ni por ellas, se han hecho peligrosas para mí, como seducciones profanas; y porque no las contemplo contigo, vienen a distraerme y a turbar las laboriosas simetrías que mis meditaciones se obstinan en armar.
Ya que, Verbo de Dios, has querido hacerte hombre, yo me asemejaré a ti, no siendo cada día menos hombre, sino siéndolo cada vez más y más divinamente. A la buena manera cristiana, yo quisiera, Señor, pasear contigo mi oración a través de las cosas de este mundo que es tuyo. Yo te encontraré en ellas; porque si no es demasiado difícil saber dónde estás, es imposible saber dónde no estás.
Pierre Charles, S.J. (en Prólogo a La oración de todas las cosas)
Se pueden encontrar más oraciones pinchando aquí.