Esta novela de José Luis Martín Vigil comienza con una carta de Ignacio, un muchacho de quince años, dirigida al P. Urcola, capellán de su colegio. A partir de ella, se recoge el transcurso de un año lleno de contrariedades para él y donde, en medio de las caídas y los anhelos de juventud, la vida le sale al encuentro.
«Por la tarde, que seguía lloviendo, fuimos Cheché y yo a oír música. Lo primero fue poner los discos que le envió la fraulein. Era un álbum con lo mejor de la Pasión según San Mateo, de Juan Sebastián Bach. Cheché, encantado. Bach era su autor predilecto. A mí confieso que me emocionó el himno final con coro. Había unos cuadernos muy buenos, de papel satinado, con todo el guion en alemán y Cheché me iba traduciendo».