Los PP. Victoriano de Jesús y Luis Miguel, S. de J., (centro) en la parroquia de La Elipa (Madrid) junto algunas personas que acudieron a la JMJ de Lisboa.

Los PP. Victoriano de Jesús y Luis Miguel, S. de J., (centro) en la parroquia de La Elipa (Madrid) junto algunas personas que acudieron a la JMJ de Lisboa.

 

El P. Victoriano de Jesús, S. de J., acompañó en 2023 a un numeroso grupo de jóvenes de varias diócesis de la Ciudad de México a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa. A un año de aquel encuentro, este Siervo de Jesús nos comparte la huella espiritual y humana que dejó la JMJ en él y en los jóvenes que lo acompañaron.

 

Háblenos brevemente del grupo que asistió a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa.

El grupo se compuso de 193 personas. Aproximadamente 20 adultos y el resto, jóvenes y adolescentes principalmente de las diócesis que forman parte de la Ciudad de México: la Arquidiócesis Primada, la de Xochimilco, la de Iztapalapa y la de Azcapotzalco.

 

¿Un viaje así, de qué manera marca espiritualmente?

Esencialmente en la comunión en la catolicidad. Los jóvenes descubren una Iglesia universal y la descubren a través de las naciones, las culturas, las razas, las lenguas que participaron en este encuentro. Ven la acción del Espíritu Santo en ese “nuevo Pentecostés”, descubren a la verdadera familia de Dios, descubren la fraternidad universal que estamos llamados todos a ser, a vivir como hermanos.

 

¿Cómo mantener vivas las enseñanzas de la JMJ?

El encuentro permanente con los jóvenes. Su formación es prioritaria, pero el encuentro corazón a corazón, la escucha y acompañamiento también lo son. Además, y sin restar importancia, abrir espacios para la oración, adoración y convivencia fraterna.

 

Ustedes se alojaron unos días en la parroquia de La Elipa (Madrid) ¿Cómo fue el encuentro y la acogida?

La Elipa fue el primer lugar al que llegamos en el itinerario de la Jornada Mundial de la Juventud. El encuentro en la parroquia fue de un hermoso y benéfico impacto en el corazón de cada uno de los que llegamos ahí. El entonces párroco, el P. Luis Miguel Flores Blancas, con su equipo, nos acogieron de una manera fenomenal. Su disponibilidad, su diligencia, su servicio, su alegría hicieron de nuestra estancia algo muy edificante.

 

¿Qué significó participar junto al Papa Francisco?

Para todos nosotros fue una gran alegría el poder participar con el Santo Padre en la Eucaristía, al igual que con la Iglesia juvenil de todo el mundo. Se reafirma fuertemente el sentido de familia, de comunión, de sinodalidad. Los jóvenes descubrieron una Iglesia en comunión. Los chicos que por primera vez participaron en este evento vieron la grandeza de la Iglesia de Cristo, de su catolicidad, y descubrieron la belleza de este Cuerpo Místico formado por muchas lenguas, culturas, razas, naciones. Fue un gran impacto que aún hoy resuena en el corazón de nuestros jóvenes.

 

En su opinión, ¿cuál es el mensaje más importante que los jóvenes reciben en las Jornadas?

Cristo vive. Vive entre nosotros. Y te quiere vivo. Como María: servicial, diligente, alegre.

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