Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para que no te olvide.
Sabes muy bien que fácilmente te puedo abandonar.
Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y necesito tu fortaleza, para que no caiga tan a menudo.
Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi vida, y sin ti no tengo ilusión ni fervor.
Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi luz y sin ti estoy en tinieblas.
Quédate conmigo, Señor, para que me muestres tu voluntad.
Quédate conmigo, Señor, para que pueda oír tu voz y pueda seguirte.
Quédate conmigo, Señor, porque deseo amarte y estar siempre junto a ti.
Quédate conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.
Permíteme, Señor, reconocerte como hicieron tus discípulos en la fracción del pan,
para que la Eucaristía sea la luz que dispersa las oscuridades y la fuerza que me sostenga.
Con un firme amor, te amaré con todo mi corazón mientras camine en la tierra
y continuaré amándote más perfectamente durante toda la eternidad.
Amén.