«No el mucho saber harta y satisface al alma, sino el sentir y el gustar de las cosas internamente» (EE 2)
Esta indicación de San Ignacio está al inicio de los Ejercicios para aclarar que en la oración no se trata de leer mucho, sino de gustar internamente las cosas. La oración no es conceptos o ideas sino un trato de amistad, un encuentro personal con Dios; la oración es hallar su mirada que me mira, su voz que me llama, su palabra que me interpela. Uno podría orar con un libro en mano y ocupar su tiempo de meditación personal en lectura espiritual. Podrá entonces saber mucho, pero no habrá gustado internamente. Así podría fácilmente convertir la oración, que debiera ser una relación personal con el Señor, en un entretenimiento espiritual.