«Considerando a dónde voy y para qué» (EE 239).
Estas preguntas hacen que estemos determinados en lo que queremos. La intención recta y concreta ordena nuestras decisiones y actividades; además aporta la enorme fuerza e intensidad que traen el deseo y el afecto, evitando que nos perdamos en la dispersión y la superficialidad. San Ignacio propone hacernos estas preguntas antes de ir a la oración, asimismo son una ayuda real para todas las dimensiones de la existencia. Vivir con una determinación clara sobre nuestras obras y operaciones nos ordena, da vigor a nuestros actos, ahorra tentaciones y divisiones interiores que nos agitan y cansan.